Overcoming Obstacles as a Family, LOH Contest Week #237 Venciendo los obstáculos en familia, concurso LOH semana #237

Hello, ladies of #hive.

Today's topic is a rather delicate one. For me, talking about the elderly, and especially my grandmother, is always a sensitive topic and it's very difficult for me.
However, I recognize that it's a necessary topic and that it affects us all, or will affect us closely, in one way or another.
This time, I'm going to speak out about the contest rules on behalf of myself and my husband, even though the photographs in this post are only of my family.

My husband says that the elderly behave like little children. He even claims it's even more complicated than dealing with little children. And he's absolutely right.
That's precisely what makes it fun at times and at the same time rewarding, but very difficult.

Caring for our elders can be very joyful. Especially when we have to teach and show them all the progress we've made, what we've achieved, thanks to their teachings and help.
In our opinion, since we've had similar experiences with our grandmothers, caring for our elders offers us the opportunity to show them our gratitude and love.
And to support our opinion, I'll share an anecdote from when we took care of my husband Abel's grandmother.

Paula, the grandmother, lived with her youngest son, but he didn't take care of her. My mother-in-law and her sister, daughters of Paula, my husband's grandmother.
We tried to convince her to move in with one of us. She didn't have to live alone, with so many people willing to care for her.
But Paula didn't want to leave home, and her daughters and grandson had jobs and responsibilities that made them unable to leave behind to care for her 24/7, as she needed.
So they decided to take turns. Each day, someone different would visit her and bring her meals, clean the house, and assist with her personal hygiene. I don't know if the same thing happened to you, but Paula stopped bathing under any excuse.

Like any little girl, she stopped liking baths.

But this rotation wore us down and didn't help much, since at night, Paula would skip meals and sometimes skip breakfast in order to leave her food for her younger son.
The result: she ended up hospitalized for malnutrition.
That's when my husband got strong and took her straight from the hospital to our house.
There, my mother-in-law and I cared for her. Paula soon gained weight, turned pink, and was in better spirits.
It's true that it was hard to get her to eat at times. She continued with the habit of leaving protein for her younger son. Then Abel would convince her through sheer character or negotiate for her to eat all the food.
The important thing was that she ate.
She was there until her final days, well cared for, surrounded by love and well looked after.

And it was true that we had a lot to share with her, listening to the stories of all those relatives we never knew and of those times we couldn't live through.

Every elderly person has endless wisdom and experiences that we will never be able to understand until we reach their age, and even then, perhaps we won't be able to accumulate them.

Paula was a woman who lived a long life and lived in different eras of our country, very different from the ones we live in now.

The world should be and act toward the elderly the same way it does in Japan. There, every elderly person is venerated and respected simply for their age.
It's sad to see cases of elder abuse and families who see them as obstacles and hindrances. Burdens to lives and careers.

I won't deny that it was difficult to care for Paula. Especially because part of her final years were spent during the pandemic. Back then, disposable adult diapers and medicines were lost; it was difficult to get fresh food and other things we all experienced at that time.
It wasn't easy to bathe and prevent bedsores from spending hours lying down or sitting. It wasn't pleasant to clean urine or feces.
But we, her family, did it with the greatest love in the world because she deserved it. Because that's what she did with her children and grandchildren when they were young. Not only that, she also raised and cared for them even when they were young and adults.

We should feel privileged and honored to be able to give back all the love and dedication our parents and grandparents gave us.
They can never be seen as just the three of us or as obstacles. They are the reason we breathe; they are our opportunity to grow as human beings.

Hence, my photos in this post are with all the elderly members of my family. Here are my aunts, my great-aunt, and even my PhD advisor, whom I love and care for like a mother.
To all of them: thank you.
Just remember this, friends: Everyone reaps what they sow. Each one gives what they have and what they are.
We gave love, because we received love, and it's the only thing that, even if we haven't received it, we can and want to give.
Those who do or think differently should be left to their consciences.

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Versión en español

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Hola, chicas.

El tema de hoy es un tema bastante delicado. Para mí hablar de las personas mayores y en especial de mi abuela siempre es algo sensible y me resulta muy difícil.
Sin embargo reconozco que es un tema necesario y que a todos nos toca, o tocará de cerca, de un modo u otro.
Esta vez voy a hablar en parada por las reglas de concurso en mi nombre y en nombre de mi esposo, a pesar de que las fotografías de esta publicación sean solo de mi familia.

Dice mi esposo que los ancianos se comportan como niños pequeños. Incluso afirma que es más complicado todavía que tratar con niños pequeños. Y tiene toda la razón.
Precisamente eso es lo que lo hace divertido en ocasiones y al mismo tiempo, gratificante, pero muy difícil.

Cuidar de nuestros mayores puede resultar muy alegre. Sobre todo cuando nos toca enseñar y mostrarle todo lo que le hemos avanzado, lo que hemos logrado, gracias a sus enseñanzas y ayuda.
En nuestra opinión, ya que hemos tenido experiencias similares con nuestras abuelas, cuidar de nuestros mayores, nos ofrece la oportunidad de mostrarle nuestra gratitud y amor.
Y para argumentar nuestra opinión, les compartiré una anécdota de cuando nos hicimos cargo de la abuela de Abel, mi esposo.

Paula, la abuela vivía con su hijo menor, pero él no se ocupaba de ella. Mi suegra y su hermana, hijas de Paula, la abuela de mi esposo.
Estuvimos convenciéndola de que se fuera a vivir con alguno de nosotros. Ella no tenía que vivir sola, teniendo tantas personas dispuestas a atenderla.
Pero Paula no quería dejar su casa y sus hijas y nieto tenían trabajos y responsabilidades que no podían dejar para ir a atenderla las 24 horas, como ella necesitaba.
Entonces decidieron turnarse. Cada día iba alguien diferente a visitarla y llevarle la comida, limpiar la casa y asistirla en su higiene personal. No sé a ustedes si les sucedió lo mismo, pero Paula dejaba de bañarse bajo cualquier excusa.
Como toda niña pequeña, dejó de gustarle el baño.

Pero esa rotación nos desgastaba y no ayudaba mucho, ya que por las noches, Paula dejaba de comer y a veces no desayunaba con tal de dejarle su comida al hijo menor.
El resultado de esto: terminó ingresada por desnutrición.
Fue entonces cuando mi esposo se puso fuerte y del hospital la llevó directo a nuestra casa.
Allá la atendíamos junto a mi suegra. Enseguida Paula ganó peso, se puso rosadita y con mejor ánimo.
Cierto que costaba que comiera, en ocasiones. Seguía con el hábito de dejar la proteína para su hijo menor. Entonces Abel la convencía a puro carácter o negociaba que se comiera toda la comida.
Lo importante era que comiera.
Allá estuvo hasta el último de sus días, bien cuidada hasta el último de sus días, rodeada de amor y bien atendida.

Y era cierto que teníamos mucho con ella escuchando las historias de todos aquellos parientes que no conocimos y de aquellas épocas que no pudimos vivir.
Todo anciano tiene un sinfín de sabiduría y vivencias que nosotros nunca podremos entender hasta que lleguemos a su edad y aún así quizás tampoco podremos acumularlas.
Paula fue una mujer que vivió mucho y vivió en diferentes épocas de nuestro país bien distintas a las que vivimos ahora.

El mundo debería ser y actuar para con los ancianos del mismo modo que se hace en Japón. Allá se venera y se respeta a todo anciano por el simple hecho de tener la edad que tiene.
Es triste ver cómo hay casos de abuso hacia el adulto mayor y y familias que ven ellos a obstáculos y estorbo. A lastres para vidas y carreras.

No los voy a negar que fue difícil cuidar a Paula. Sobre todo porque parte de sus últimos años los vivió en los años de pandemia. En aquel entonces se perdieron los culeros desechables para adultos, las medicinas, era complicado conseguir alimentos frescos y demás cosas que todos vivimos en aquella época.
No era sencillo bañarte evitar que se le hicieran escaras por pasar horas acostadas o sentada. No era agradable limpiar orine o heces.
Pero nosotros su familia lo hacíamos con el mayor amor del mundo porque ella se lo merecía. Porque eso mismo hizo ella con sus hijos y nietos cuando eran pequeños. No sólo eso también los educó y los cuidó incluso cuando ya eran jóvenes y adultos.

Nosotros deberíamos sentirnos privilegiados y honrados de poder devolver todo es amor y dedicación que nos dieron nuestros padres y abuelos.
Ellos jamás podrán ser vistos como las tres o estorbos. Ellos son la razón de que nosotros respiremos, son nuestra oportunidad de crecer como seres humanos.
De ahí que mis fotos de este post sea con todos los ancianos de mi familia. Aquí están mis tías mi tía abuela e incluso ni tutora del doctorado a la que quiero y cuido como una madre.
A todas ellas: gracias.
Solo recuerden esto, amigas: cada uno cosecha lo que siembra. Cada uno da lo que tiene y lo que es.
Nosotros dimos amor, porque amor recibimos y es lo único que, aunque no lo hayamos recibido, podemos y queremos dar.
Allá con su conciencia los que hagan o piensen diferente.