Un viaje de libertad y responsabilidad. / A journey of freedom and responsibility. ESP./EN.

Pront: ¡Ni se te ocurra!

Cuando yo era pequeño, realmente era muy travieso, y siempre me metía en problemas, y esos problemas me traían los regaños y las conversaciones con mis padres, tíos y abuelos, que se cansaban de explicar las razones por las que uno no debía hacer eso o aquello.

Sin embargo, uno, siendo niño, siempre terminaba por no hacer caso a los adultos y normalmente uno terminaba haciendo aquello que le pedían que una y otra vez no hiciera.

Después, vino la adolescencia y, en esa época, los problemas se hacían más grandes, solo que ahora los familiares conversaban con uno y le explicaban de manera muy seria los problemas y las situaciones que se podían presentar con las acciones que uno hacía.

Y es justamente en la adolescencia, cuando uno está por terminar la secundaria, cuando la frase “Ni se te ocurra” se convierte en el pan nuestro de cada día. Más cuando tus familiares ven las lecturas que estás haciendo y los amigos que te consigues, tanto en el liceo como entre los vecinos y en otros lugares que uno frecuentaba a esa edad.

Ya que los problemas vienen con los cambios que se van realizando cuando uno va creciendo, y es lógico, ya que a medida que uno crece, nuestros intereses cambian, y también cambia la forma de comunicación y la forma en la que nos relacionamos con el mundo.

En esa edad uno no sale con los amiguitos a jugar pelota o a montar bicicleta, sino que uno sale con la novia, y cuando uno lleva a la novia a la casa y te ven dándole un beso, es muy común que después de que ella se vaya, los padres lo sienten a uno y conversen sobre las relaciones sexuales, los sentimientos y la responsabilidad de pareja.

Y normalmente en esa conversación te dicen de buena forma, pero de manera muy seria: “Ni se te ocurra traer a esa muchacha embarazada”.

Otro problema que se me presentó en la adolescencia y que fue muy grande fue con mi tío y a la vez padrino, que pretendía cumplir con el papel de padre sustituto después de la muerte de mi padre. Lo cierto es que un día, él entró a mi cuarto y vio en mi escritorio un libro de Trotsky.

Eso hizo que él llamara a mi mamá y a mis abuelos, y les dijeran el enorme riesgo que había de que yo entrara en política por el lado de la izquierda, y por un sector que era peor que el de los comunistas, y eso provocó de manera inmediata que me llamaran a una reunión familiar, donde me informaron que tenía que escoger entre dos opciones.

La de irme a estudiar a los Estados Unidos o Europa, y en dado caso de que no lo hiciera, ellos me iban a meter en un liceo militar. Mi respuesta fue que a los Estados Unidos no iba ni obligado, y que si querían que estudiase en el extranjero, me mandaran a la URSS.

Eso bastó para terminar metido de cabeza en un liceo militar, y con la amenaza de mi tío y padrino, de que “ni se me ocurriera meterme a comunista”. Y en realidad se le cumplió su sueño, ya que yo nunca estuve de acuerdo con el comunismo estalinista.

Después de la juventud vino la vida adulta, pero ahí seguía la frase en mi vida, y esta vez era con la mujer con la que había decidido casarme; ella todo el tiempo decía: “Ni se te ocurra volver a ver a esa mujer, ni se te ocurra mirar mal a fulano y cosas por el estilo”.

Hasta que un día, decidí que la libertad era la tarea más hermosa que uno podía tener en la vida, y también se le cumplió su deseo, ya que un día me dijo: “Ni se te ocurra dejarme”.

Pero ya era tarde para ella, debido a que ya había hecho mis maletas y salí volando a libertad y a los brazos de otra compañera más amable, más hermosa y menos exigente.

Finalmente, aprendí que sin importar quién te amenace con la frase: “Ni se te ocurra” y la amenaza que viene junto con ella es importante, debido a que lo único que importa es lo que uno decida hacer con su vida, ya que uno es el que vive sus propias experiencias.

Y lo mejor es hacerlo de manera libre, sin ataduras y sin amenazas.

Gracias por leerme.

Pront: Don't you dare!

When I was little, I was really very naughty, and I always got into trouble, and those problems brought me scolding and conversations with my parents, uncles and grandparents, who got tired of explaining the reasons why one should not do this or that.

However, one, being a child, always ended up ignoring adults and usually one ended up doing what they asked him not to do over and over again.

Then, adolescence came and, at that time, the problems became bigger, only now the relatives talked to you and explained in a very serious way the problems and the situations that could arise with the actions that you did.

And it is precisely in adolescence, when one is about to finish high school, when the phrase “Don't even think about it” becomes our daily bread. Especially when your relatives see the readings you are doing and the friends you get, both at the high school and among the neighbors and in other places that one frequented at that age.

Since problems come with the changes that are made when one grows up, and it is logical, since as one grows up, our interests change, and the way of communication and the way in which we relate to the world also changes.

At that age one does not go out with the little friends to play ball or ride a bicycle, but one goes out with the girlfriend, and when one takes the girlfriend to the house and they see you giving her a kiss, it is very common that after she leaves, the parents feel one and talk about sexual relations, feelings and couple responsibility.

And usually in that conversation they say to you in a good way, but in a very serious way: “Don't even think about bringing that pregnant girl.”

Another problem that presented itself to me in adolescence and that was very big was with my uncle and at the same time godfather, who intended to fulfill the role of substitute father after the death of my father. The truth is that one day, he came into my room and saw a Trotsky book on my desk.

That made him call my mom and my grandparents, and they told them the enormous risk that there was that I would enter politics from the side of the left, and from a sector that was worse than that of the communists, and that immediately caused them to call me to a family meeting, where they informed me that I had to choose between two options.

That of going to study in the United States or Europe, and in case I didn't do it, they were going to put me in a military high school. My answer was that I was not even obliged to go to the United States, and that if they wanted me to study abroad, they would send me to the USSR.

That was enough to end up getting headfirst into a military high school, and with the threat of my uncle and godfather, that “it wouldn't even occur to me to become a communist.” And actually his dream was fulfilled, since I never agreed with Stalinist communism.

After youth came adulthood, but there was still the phrase in my life, and this time it was with the woman I had decided to marry; she kept saying: "Don't even think about seeing that woman again, don't even think about looking at so-and-so badly and things like that.”

Until one day, I decided that freedom was the most beautiful task that one could have in life, and his wish was also fulfilled, because one day he said to me: “Don't even think about leaving me.”

But it was already too late for her, because I had already packed my bags and flew out to freedom and into the arms of another kinder, more beautiful and less demanding companion.

Finally, I learned that no matter who threatens you with the phrase: “Don't even think about it” and the threat that comes along with it is important, because the only thing that matters is what you decide to do with your life, since you are the one who lives your own experiences.

And the best thing is to do it freely, without ties and without threats.

Thanks for reading me.