🐞 El Festival de Escarabajos|FICCIÓN DE MARABUZAL
Era la experiencia, garantía de que las cosas irían bien y entonces y mandaban. Fue por la época de ancianos chorreados en público, cuando se dictó el decreto que obligaba, a que, más de la mitad de los asientos del transporte colectivo llevaran un adimento secreto con papeles sanitarios a la mano, por si la ocasión se presentaba. La letra temblorosa de nonagenarios trasnochados salía en la prensa como material de estudio por lo que entonces se llamaba nuevas generaciones.
Los extensos cubículos donde se guardaban las grabaciones del país estaban atestados de materiales indecorosos de mujeres jóvenes intentando ser penetradas por osamentas masculinas llenas de pelos, arrugas y pellejos. El poder de los abuelos era tal que se llegaba a la indignidad de crear escuelas de señoritas con el único propósito de convertirlas en estrellas de cine o cantantes. Y no era arte dramático lo que enseñaban en las aulas si no los treinta y siete capítulos ilustrados del Kama Sutra. Besos, juegos, cortejos, tabúes, tríos, iban a examen al final de cada mes y la vida de Vatsiaiana, a quien se le atribuye la redacción del gran libro sobre el comportamiento sexual del hombre, debía ser aprendida como se aprende a caminar.
El mandato de los abuelos empezó a decaer cuando dictaron leyes y decretos referidos a la manera en que se debía vivir en el país. Dominaron un tiempo largo, pero como todo en esta vida cae por su propio peso, el vigor de la juventud los fue empujando sin remedio hacia el precipicio. En la estampida trataron de arreglar las cosas de manera que en los anales de la historia local, quedara recogida la supuesta buena obra desarrollada por esta camada de miserables vejestorios.
De las estrategias practicadas estuvo la incesante vocación mediática que desarrollaron. Los estilos de vida, supuestamente sanos, que quisieron inculcar, las guerras contra las inmoralidades propias en un acto de autoflagelación desesperado.
Promovieron películas de ambientes históricos, dijeron a quienes quisieran oírlos que a la vejez se arribaba comiendo media toronja en el desayuno y sopa de lentejas a las tres de la tarde. Nada más. Que el resto de los alimentos del mundo caían en el estómago como una patada. Gritaron cuanto pudieron sobre lo nocivo que resultaban las drogas, el champán, el tabaco y el sexo.
Aupaban sin pudor las escuelitas mediocres que funcionaban de manera secreta en la montaña. Al Gran Entrenamiento, lo ponderaron al principio pero luego cuando se dieron cuenta de que la cámara secreta también podría alcanzarlos en la oculta vida que llevaban, empezaron a blandir lanzas contra él. Enviaban comisiones más allá del portón de hierro con el fin de averiguar la dirección que tomaban las cosas, pero sobre todo, peleaban a muerte con la productora con ánimo de reducir el presupuesto para la alta tecnología. La línea amarilla que existía entre el poder y los abuelos estuvo a punto de quebrarse en más de una ocasión. Hubo huelgas de abuelos en calzones sucios, zapatos lustrosos y calcetines de negro hasta las rótulas, por la calle frente a los tráilers.
Abuelos sin peinar cada sábado salían alzando carteles ofensivos contra la juventud, a la que llamaban perdida. Se hundían en las nubes de polvo que levantaban los camiones, pasaban frente a la mujer sentada en el tronco eterno de la desgracia que contemplaba el nido de la vida y la libertad, caminaban por la calle donde un hombre tan sucio como ellos, entonaba una antigua melodía y por un momento se detenían a escucharlo, avanzaban atravesando el parque lleno de pájaros, levantando los carteles sobre sus cabezas para protegerse de la mierda eficaz de las aves que inundaban los cinco árboles ralos del lugar y cantaban en una danza enloquecida que parecía ser la única cosa auténtica en medio de tanta desolación humana.
Agotados, con los pulmones destrozados por la marcha y el polvo feroz del camino real, finalmente se rendían y se iban a las tráilers a echarse en cualquier lado a esperar el sábado siguiente para reencontrarse en un escenario similar. Ya sin la fuerzas ni el vigor de la juventud, cedían inexorablemente ante los nuevos directores quienes llegaban al escenario con ideas frescas y renovadas, capaces de intentar cambiar el orden natural de las cosas, o al menos crear un orden que les fuera respirable, y les permitiera entender el mundo independiente que tenían en la cabezas desde la niñez.
La niña Carmen Cabezas vio muchos sábados a su abuelo llegar de las marchas. Con el pelo revuelto, los ojos desorbitados y los brazos enflaquecidos por el empeño de defender a ultranza ideas retrógradas que si bien en algún momento habían funcionado, ahora sólo estorbaban, y que ni su abuelo ni ninguno de los abuelos que integraban las marchas de los sábados, eran capaces de reconocer.
Empezó a discutir con él y a preguntarle desde su pequeñez, cuáles eran los mecanismos secretos que movían la matraca aquella. Cosa esta que el abuelo se cuidó de no revelar si no hasta el último día de su vida. Moriría apretando la mano de pez de su nieta, un domingo mientras leía fragmentos de una novela italiana. Le había dicho que se acercara al camastro y le cubriera los pies porque sentía frío y Carmen lo miró, haciendo un mohín pues la temperatura ardiente del escenario no podía provocar frío a nadie. Entonces supo que el abuelo quería decirle algo más.
Lo cubrió con la manta y le dijo, mira que tú jodes, abuelo, le miró a los ojos, y pensando en salir a jugar, le preguntó, ¿será que te vas a morir? Acércate, le dijo él y le tomó la mano, ha llegado la hora, pero no temas, voy a confesarte lo que tantas veces quisiste saber. Ay, abuelo, chico, dijo Carmen Cabezas.
Escúchame. Pon atención a lo que tengo que decirte. Después llamas a tu mamá.
Y ahí lo supo. Carmen Cabezas lo supo.
GRACIAS POR LEERME
Este es un fragmento original de mi novela inédita y en preparación, "País Temporal"
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Genial, una época de despersonalización e ideales que no han dejado herencia cultural. 💜🤍
Gracias dulce luz de la mañana ✍️😘
💜🤍
Escritorazo! 👌🏻👏🏻
Me sonrojas.✍️😘
Hahahahahahahahah, ella lo supo pero nosotros no! Ay cará yo loco por descubrir a que río tributaría esta alegoría y en el último minuto me la escatimas. Eres un maestro del suspense.
!BBH
Gracias por leerme mi hermano.
Yo sé que eres de los que llega a los finales.
Un abrazo grande.
✍️
Un poco gore al inicio, (innecesario añadiría), pero después gana en intensidad y profundidad. Y un título excelente para la novela.
Tus criterios siempre bienvenidos.
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tokens.Será una gran novela. No me cabe dudas. Éxitos en tus nuevos proyectos.
Tus palabras me animan mucho. Gracias ❤️❤️