Mi amanecer de todos los lunes

Hoy en mi amanecer de todos los lunes celebro el trabajo.

Hoy amanecí como siempre: con el sol entrando por todo el frente de mi apartamento, con el café en la mano, claro después de hacer mis ejercicios matutinos y con la certeza de que hay que seguir, porque aunque fui profesor universitario, aunque tengo título, experiencia y vocación, eso no ha sido suficiente para vivir con dignidad en este país y ustedes lo saben, claro solo para lo que vivimos aquí en Venezuela.

Así que sí, he hecho de todo. He sido ayudante de técnico en aires acondicionados, cargando herramientas bajo el sol, he pintado paredes como pintor de brocha gorda, con la ropa manchada y el cuerpo rendido y supe cansado, he manejado como taxista, escuchando historias ajenas mientras buscaba sumar para la comida, he sido ayudante de mecánico, metido entre grasa y motores que no entienden de títulos, hasta he realizado servicios de encomienda, llevando encargos con la esperanza de que el próximo sea mejor.

He trabajado duro, y he trabajado para ser mejor cada día, y no me avergüenzo, el trabajo que es honrado no es de vergüenza, porque cada trabajo ha sido un acto de resistencia, cada jornada, una forma de decir “aquí estoy, y no me rindo”. Y ese es el punto no rendirse de nada ni mucho menos ante nada.

Este lunes no es distinto, el sol salió, yo también, y aunque el bolsillo esté apretado, como digo yo con baja liquidez financiera, la voluntad sigue firme, a los que están en lo mismo, me refiero al igual que yo buscando oportunidades para tener mejor calidad de vida, les digo: No somos menos por hacer lo que toca. Somos más por no rendirnos.

Y si hoy estás leyendo esto con el alma cansada jaja por mis relatos de trabajos, con la nevera estable y lleno de dudas, te lo digo claro, no estás solo, aquí seguimos, los que madrugamos con fe, los que trabajamos con las manos, con la voz, con el cuerpo entero, con la mente, los que convertimos cada lunes en una nueva oportunidad.

Porque mientras haya un sol, hay camino, mientras haya café, hay conversación, y mientras haya voluntad, hay futuro.

Como dice el refrán… El sol no espera por nadie. Pero siempre sale para todos.

Solo dedícate a ser feliz encontrar tu luz, segundo a segundo.

My Monday Morning Sunrise

Today, in my Monday morning sunrise, I celebrate work.

Today I woke up as always: with the sun pouring through the front of my apartment, coffee in hand—of course, after doing my morning exercises—and with the certainty that I must keep going. Because even though I was a university professor, even though I have a degree, experience, and vocation, that hasn’t been enough to live with dignity in this country. And you know it—at least those of us who live here in Venezuela do.

So yes, I’ve done it all. I’ve been an assistant air conditioning technician, hauling tools under the sun. I’ve painted walls as a heavy-duty painter, with stained clothes and a worn-out, exhausted body. I’ve driven as a taxi driver, listening to other people’s stories while trying to earn enough for food. I’ve worked as a mechanic’s helper, covered in grease and tangled in engines that don’t care about degrees. I’ve even done courier services, delivering packages with the hope that the next one might be better.

I’ve worked hard, and I’ve worked to be better every day. And I’m not ashamed—honest work is never shameful. Because every job has been an act of resistance. Every shift, a way of saying “I’m here, and I won’t give up.” And that’s the point—never giving up on anything, especially not on ourselves.

This Monday is no different. The sun came out, and so did I. And even if my pockets are tight—as I like to say, with low financial liquidity—my will remains strong. To those in the same boat, like me, searching for opportunities to improve their quality of life, I say: We are not less for doing what we must. We are more for not giving up.

And if today you’re reading this with a tired soul—haha, maybe from my tales of work—with a stable fridge and a head full of doubts, let me tell you clearly: you’re not alone. We’re still here. Those of us who rise early with faith. Those who work with our hands, our voices, our whole bodies, our minds. Those who turn every Monday into a new opportunity.

Because as long as there’s a sun, there’s a path. As long as there’s coffee, there’s conversation. And as long as there’s will, there’s a future.

As the saying goes… The sun waits for no one. But it always rises for everyone.

Just focus on being happy—finding your light, second by second.

Todas las fotos son de mi propiedad

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Para ser feliz solo debes tomar tu propia decisión. / To be happy, you just have to make your own decision.

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