El ojo del escritor que nunca te abandona.

No recuerdo cuando fue que me di cuenta que lo era. Posiblemente fue de esas cosas que te das cuenta que existe cuando ya es certeza. El caso es que no soy alguien que simplemente escriba. Soy alguien que se comunica mediante los textos de ficción. Solemos decirle escritor, autor en otros gremios. Novelista o narrador de un modo más solemne cuando nos hacen homenajes. Pero el caso es que somos personas diferentes.
Al menos yo.
Soy una persona que todo el tiempo es observador del mundo. Camino por la vida recopilando información para una crónica fiticia y (para colmo) llena de metáforas tecnológicas. Pues, no contento con mi maldición personal, decidí ser exclusivamente escritor de ciencia ficción.
No podía ponerme las cosas fáciles a mi mismo.

El caso es que últimamente estoy mezclando la ciencia ficción con la fantasía. Nada nuevo y los angofonos tienen todo un zoológico de términos para hacer de esta bella mezcla una ciencia exacta que yo no quiera usar. Baste con decir que coloco en un mismo caldero narrativo verosimilitud científica y folclore de mi país. Nunca a partes iguales y ambas cosas están para aderezar la trama que es lo que realmente se cocina en el caldero.
Bien, espero que el simil culinario haya servido para ilustrar correctamente mi proceso creativo.
El caso es que esta mañana caminaba por una calle aleatoria y encuentro esto:

Un lugar cualquiera en medio de un caluroso día cualquiera. Para colmo yo caminaba en dirección a un lugar donde haría un trámite burocrático. !Qué momento para que el escritor dentro de mi cabeza comenzara a ser Observador del Mundo.
Un castillo, no uno real sino una casa con forma de castillo común en los años 50, con una antena moderna y sofisticada. Nada del otro mundo. Una casa antigua que se convirtió en sede de una institución estatal y necesitaba de dicha antena. La historia no tiene nada de extraordinario... Para un periodista. Pero el escritor en mi interior....
Ese vio un castillo medieval con una torre de alta tecnología. El caldero dentro de mi cabeza empezó a aderezar folclore con tecnología y pronto me encontré teniendo una historia.
Aún no la termino. Aún no la escribo. Pero la obseción ya está ahí.
Pronto será un cuento o una novela.