Sex is not a Taboo / El sexo no es un Taboo (eng-esp)

Hello, friends of Holos & Lotus

I know the deadline for @iriswrite's initiative has passed, but I'm still encouraged to write about this sensitive topic. I've been meaning to write it for days, but the deadline slipped by.

As I've told you before, I'm the mother of two beautiful boys. As a mother, I've made mistakes, like everyone else. Who hasn't? But I've learned a crucial lesson: sex can't be a taboo subject in our home.

We parents can't be afraid to talk about it.

Silence doesn't protect them; it leaves them vulnerable, exposed to learning from the wrong sources, peer pressure, and the distorted and fanciful messages of pornography.
My duty is not to hide reality, but to prepare them to live it responsibly and respectfully.
And to enjoy it.

Of course, when I say we must overcome our fear, it's not about sitting them down at a set time for a forced discourse that only generates discomfort.

It's about being available, creating a space of trust where their questions, no matter how clumsy or simple they may seem, are received without judgment.

Our job as parents is to guide, not impose. To answer honestly when they ask about their bodies, consent, or pleasure.

It's about normalizing the conversation so that when the crucial question about their first time arises, they know they can come to me without fear of a lecture or ridicule.

And right at that moment, I must be clear. I'm telling you about my own youthful mistake, about that time when, wanting to fit in, wanting to avoid being the weird one, I felt I needed to stop being a virgin.

It doesn't matter if I didn't love the one I chose to have my first time with, it doesn't matter if we just did it, each of us going our separate ways. The important thing, I thought then, was to stop being a virgin.

I tell you: "Don't make that mistake. True maturity isn't in doing it, but in having the courage not to do it if it's not the right time, person, or place."
There's no rush. There's no race to win. Your worth isn't measured by one sexual experience.

Above all, I teach them that sex should always be something beautiful, a language of affection and complicity built between two people. I repeat to them ad nauseam that the yes must be enthusiastic, clear, and mutual. That respect for the other's desire is unwavering.
That the first time, like all the times that follow, must be tinged with care, communication, and deep agreement, respect, and admiration. I don't want popular children; I want good, happy children who know how to love with integrity.
That is my true legacy.

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Leer en español

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Hola, amigos de Holos & Lotus

Sé que ya se venció el tiempo de la iniciativa de @iriswrite, pero de igual forma me animo a escribir de este sensible tema. Lo tenía pendiente hace días y se me pasó la fecha.

Como ya les he dicho antes, soy madre de dos hermosos hijos varones. Como madre, he cometido errores, como todos ¿quién no? Pero he aprendido una lección crucial: el sexo no puede ser un tema tabú en nuestra casa.
Nosotros, los padres, no podemos tener miedo a hablar de ello.
El silencio no los protege; los deja vulnerables, expuestos a aprender de fuentes equivocadas, a la presión de los amigos y a los mensajes distorsionados y fantasiosos de la pornografía.
Mi deber no es esconder la realidad, sino prepararlos para que la vivan con responsabilidad y respeto.
Y que la disfruten.

Por supuesto, cuando digo que debemos perder el miedo, no se trata de sentarlos a una hora fija para un discurso forzado que solo genere incomodidad.

Se trata de estar disponible, de crear un espacio de confianza donde sus preguntas, por torpes o simples que parezcan, sean recibidas sin juicio.
Nuestro trabajo como padres es guiar, no imponer. Responder con honestidad cuando pregunten sobre el cuerpo, el consentimiento o el placer.
Es normalizar la conversación para que, cuando surja la duda crucial sobre su primera vez, sepan que pueden acudir a mí sin miedo al sermón o la burla.

Y justo en ese momento, debo ser clara. Les hablo de mi propio error juvenil, de aquella vez que, por querer encajar, por no ser la rara, sentía que necesitaba dejar de ser virgen.
No importa si no amara al elegido para tener mi primera vez, no importa si lo hiciéramos y ya, cada uno por su lado. Lo importante, pensaba entonces, era dejar de ser virgen.

Les digo: "No cometan ese error. La verdadera madurez no está en hacerlo, sino en tener la valentía de no hacerlo si no es el momento, la persona o el lugar adecuados".
No hay prisa. No hay una carrera que ganar. Su valor no se mide por una experiencia sexual.

Por encima de todo, les enseño que el sexo debe ser siempre algo hermoso, un lenguaje de afecto y complicidad que se construye entre dos personas. Les repito hasta la saciedad que el sí debe ser entusiasta, claro y mutuo. Que el respeto por el deseo del otro es inquebrantable.
Que la primera vez, como todas las que sigan, debe estar teñida de cuidado, comunicación y un acuerdo, respeto y admiración profundo. No quiero hijos populares; quiero hijos buenos, felices y que sepan amar con integridad.
Ese es mi verdadero legado.