El Vampiro y la Luna

Yo, que bebo el tiempo en copas de olvido,
que he visto caer reinos como lágrimas en la noche,
me inclino ante ti, frágil y efímera,
como un mendigo ante el pan que no puede comer.

Tus venas cantan canciones que envidio,
tu sangre huele a albahaca y a sol,
a todo lo que se me niega
desde que el amor es solo un espejismo de sed.

Te observo dormir, respirar, vivir,
y cada latido tuyo es un reloj
que me recuerda lo muerto que estoy.
¿Cómo amar lo que tarde o temprano
tendré que destruir o perder?

Porque el hambre es un dios celoso,
y yo solo soy su sombra,
condenado a recorrer los siglos
con el sabor de tu nombre
ardiendo en mis labios de ceniza.

Te alejas… y la aurora me convierte en polvo.
Pero en la próxima noche, volveré a buscarte,
como la luna busca al mar para llorar,
sabiendo que jamás podrá tocarlo.

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