Never be informal / Nunca sean informales (eng-esp)

Hello, my friends!

Please, never become unreliable. That's the most exasperating thing there is. From a young age, my mother instilled in me several qualities, among them punctuality and keeping my word.

Since then, I try to maintain that impeccable punctuality and never break my promise. Even when those to whom I gave my word are the ones who let me down.

It's sad to see adults who have to be pressured, almost begged, to keep their word, as if they were little children.

That's why I say that unreliability and I don't get along, and I'll explain why it's a practical stance, not just a whim.

In English, there's a phrase that sums it all up: Our Word Is Our Bond. It means: Our word is our obligation.

It's an unwritten, verbal contract, but it's the most important one we can sign. When you tell someone you'll do something, that promise becomes a debt of honor.

You can't trust those who don't keep their word. Every time a person is unreliable, they erode their own credibility.

People stop believing them, they stop counting on them. Without trust, there are no solid relationships, neither personal nor professional.

In professional terms, informality is incredibly frustrating. It seems unbelievable that, as adults, people arrive late to agreed-upon commitments, knowing that this will affect the other party. A meeting that starts late wastes everyone's time, delays others' work, and demonstrates a complete lack of respect. At work, time is money and productivity. Informality wastes it and, in the long run, damages the reputation and opportunities of those who practice it.

On a personal level, it's even more delicate. Here, close people are affected, those bound by ties of friendship or love that can be broken.

A broken promise to a friend, a forgotten appointment, a favor never done… that hurts. People forgive a mistake, but chronic unreliability sends a clear message: "You and your time aren't important to me."

That action, repeated, destroys trust and pushes people away.

The core problem is that informality plays with other people's time. It makes them lose their time and their peace of mind.

Time is the only resource that cannot be recovered or bought. When someone is late or fails to keep their word, they are stealing minutes of your life that will never return. It's a theft of respect.

For all these reasons, we must be people who keep their word. It's a daily decision. Never promise something you're not sure you can deliver. It's better to say "I don't know" or "I can't" from the start than to create a false expectation. Formality, punctuality, and integrity aren't just etiquette details. They are the foundation of a respectable, efficient life that others can trust. That's the only way to build something worthwhile, both at work and in the hearts of those we care about.

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Versión en español

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Hola, amigas mías!

Por favor, nunca se conviertan en personas informales. Eso es lo más exasperante que hay. Desde pequeño mi mamá me inculcó varias cualidades, entre ellas la puntualidad y cumplir con mi palabra.
Desde entonces trato de tener esa puntualidad inglesa y nunca faltar a mi palabra. Incluso, cuando son aquellos, a los que les di mi palabra, los que quedan mal.
Es que es triste ver a adultos a los que hay que exigirle, casi rogar porque cumplan su palabra, como si fueran niños pequeños.
Por eso digo que la informalidad y yo no nos llevamos bien, y explico por qué es una postura práctica, no solo un capricho.

En inglés hay una frase que resume todo: Our Word Is Our Bond. Significa: Nuestra palabra es nuestra obligación.
Es un contrato no escrito, verbal, pero es el más importante que podemos firmar. Cuando le dices a alguien que harás algo, esa promesa se convierte en una deuda de honor.
No se puede confiar en quienes no cumplen su palabra. Cada vez que una persona es informal, erosiona su propia credibilidad.
La gente deja de creerle, deja de contar con ella. Sin confianza, no hay relaciones sólidas, ni personales ni profesionales.

En términos profesionales, la informalidad es increíblemente frustrante. Parece mentira que, siendo adultos, las personas lleguen tarde a los compromisos pactados, a sabiendas de que eso afectará a la otra parte.
Una reunión que empieza tarde hace perder el tiempo de todos, retrasa el trabajo de otros y demuestra una falta total de respeto. En el trabajo, el tiempo es dinero y productividad.
La informalidad lo desperdicia, y a la larga, perjudica la reputación y las oportunidades de quien la practica.

En el ámbito personal, es aún más delicado. Aquí se ven afectadas personas cercanas, a las que unen lazos de amistad o amor que pueden romperse.
Una promesa incumplida a un amigo, una cita olvidada, un favor que nunca se hace… eso duele. La gente perdona un error, pero la informalidad crónica es un mensaje claro: "Tú y tu tiempo no son importantes para mí".
Esa acción, repetida, destruye la confianza y aleja a las personas.

El problema central es que la informalidad juega con el tiempo de los demás. Los hace perder su tiempo y su paz mental.
El tiempo es el único recurso que no se puede recuperar ni comprar. Cuando alguien llega tarde o incumple, te está robando minutos de tu vida que nunca volverán. Es un robo de respeto.

Por todo esto, debemos ser personas que cumplan su palabra. Es una decisión diaria. Nunca prometas algo que no estés seguro de poder cumplir.
Es mejor decir "no lo sé" o "no puedo" desde el principio, que crear una expectativa falsa. La formalidad, la puntualidad y la integridad no son detalles de etiqueta. Son la base de una vida respetable, eficiente y en la que los demás pueden confiar. Ese es el único camino para construir algo que valga la pena, tanto en el trabajo como en el corazón de los que queremos.